El juego es una adicción muy difícil de curar. Antes había un departamento en Bellvitge dedicado especialmente a ludopatías. Por los recortes este departamento ha desaparecido como tal; sin embargo, de la misma manera que no se anuncia el alcohol o el tabaco, o hay mensajes disuasorios para los consumidores de estos productos, en el boleto del juego debería ponerse la cantidad de personas a los que no les va a tocar el premio que juega (por ejemplo). No decir “los beneficios se quedan en Catalunya” o aparecer un famoso deportista invitando al póquer o sugerir que tu vida se va a solucionar con el premio. Pero el juego lo patrocinan empresas privadas pero también empresas públicas como la Autonomía, el Estado o la Unión Europea. La publicidad en el juego debe ser controlada por el País que queremos.